Es la generación que sacudió las estructuras laborales aportando flexibilidad e innovación, pero también desafíos por su informalidad, poca lealtad y baja tolerancia a la frustración. ¿Qué pasa cuando llegan a las posiciones de liderazgo?
Por: Marianela Cioffi, Jefa de Capacitación y Desarrollo en Gestión Compartida
Los millennials, tal como se denomina a los nacidos entre la década de los 80 y mediados de los 90, ya están plenamente incorporados al mercado laboral. Su arribo obligó a que las generaciones anteriores debieran replantearse varios de los preconceptos que regían el mundo del trabajo.
Para un millennial, ser jefe no es fácil y menos cuando quienes solían ser compañeros de trabajo pasan a ser subordinados. Para que no fracasen, es importante que las organizaciones los preparen adecuadamente. Por eso, muchas empresas ya están aplicando programas de formación de futuros líderes. De hecho, en Gestión Compartida, en el último año hemos visto duplicada la demanda de capacitación en liderazgo para este segmento.
Hoy, con el ingreso de las nuevas generaciones y la alta rotación es fundamental formar líderes pensando en el futuro, hay que anticiparse para evitar que un ascenso laboral termine siendo una carga para la persona, que puede frustrarse si no dispone de las capacidades y herramientas para enfrentar esa posición.
Encarar un programa de capacitación de futuros líderes no sólo permite generar los próximos coordinadores, sino que también es un elemento de retención ideal para una generación que necesita saber que tiene posibilidades concretas de crecimiento profesional y personal.
¿Cómo es un jefe millennial?
Los millennials son jefes que disfrutan trabajar por proyectos, ya que les atraen los desafíos. Además, este tipo de esquemas admite mayor flexibilidad, al permitir un mayor manejo de reglas y horarios, en tanto se cumplan los objetivos. Suelen dar amplia libertad a sus equipos.
Un buen líder de esta generación es más un coach que un jefe, ya que busca que sus colaboradores puedan dar lo mejor de sí, sin generar presiones innecesarias. Es casi “un jefe que no es jefe”, gracias a sus buenos dotes de comunicación interpersonal y su respeto por los tiempos y espacios particulares. Suelen ser además eficaces formando equipos de colaboración, dado que disfrutan el hecho de pertenecer a un grupo.
¿Qué pasa cuando el jefe es más joven que los empleados?
Décadas atrás, los ascensos laborales venían concatenados a los años de experiencia, por lo que los jefes solían tener mayor edad que sus subordinados. Esto comenzó a cambiar con la incorporación de nuevas generaciones, caracterizadas por mayores niveles de estudio, conocimientos aggiornados a los cambios de contexto y una mirada más orientada a la innovación.
La diferencia de edad puede ser un problema, el cual logra neutralizarse cuando se toma una actitud activa. Hay que recordar que, además de la potencial resistencia de los subordinados a tener un jefe más joven, se suma la incomodidad de los millennials con el hecho de dar órdenes.
Lo positivo es que estos jóvenes reconocen el saber de quienes tienen mayor experiencia y no sienten que pedir consejos sea signo de debilidad. Están acostumbrados a circuitos de comunicación más activos y al intercambio de ideas. De esta forma, las personas de mayor edad son incluidas y valoradas, lo que ayuda a que se abandonen los prejuicios sobre la juventud de quienes conducen el trabajo.
La capacitación en liderazgo, por tanto, debe apuntar a reforzar los aspectos positivos de los millennials, que por su mentalidad son buenos potenciando el trabajo en equipo. Logran sumar a la concreción de los resultados, el cuidado de su equipo y la motivación.
En conclusión
La llegada de los millennials a los puestos de mayor responsabilidad es una realidad inevitable. Su sed de conocimiento y aprendizaje permanente ayuda a generar cambios disruptivos que deben canalizarse adecuadamente para mantenerlos motivados. Hay que recordar que la retención de este segmento trasciende las oportunidades económicas y de ascenso, ya que valoran muy especialmente el buen ambiente laboral, la flexibilidad y el hecho de “trabajar a gusto”,
Lo mejor que pueden hacer las organizaciones es capacitarlos para minimizar la angustia de los primeros pasos en el liderazgo y los choques con el resto de la estructura.
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